viernes, 2 de octubre de 2009

SOBRE EL EMPOBRECIMIENTO DE LA CAPACIDAD DE COMPRENSIÓN

Por: Juan Leonardo Cardona del Río

Hace algún tiempo, en Estados Unidos, una importante asesora de la cancillería de ese país, reconoció públicamente no tener la más mínima idea de lo que aconteció durante la llamada “Crisis de los Misiles”; suceso que, como bien sabemos, estuvo a punto de desencadenar la Tercera Guerra Mundial, por allá, a inicios de los años 60; es decir, en pleno apogeo de la llamada “guerra fría”; y precisamente por un asunto de relaciones exteriores que bien debería conocer cualquier diplomático. Sin embargo, parece que existe un fuero especial que la auto exoneró de cualquier “culpabilidad profesional” frente a su confesado desconocimiento: se trataba de una mujer muy joven.

En Colombia, los que todavía leemos prensa o escuchamos noticieros, nos encontramos sorprendidos frente a las declaraciones públicas que dan personajes como el ex ministro y ahora candidato presidencial Felipe Arias, quien opina de todo y sobre todo lo relacionado con la realidad política colombiana pasando por encima de su historia como por sobre un “des-hecho”, y, siguiendo el mismo tono mojigato, sentencioso y grandilocuente (por algo lo apodan “Uribito”) de su mentor Álvaro Uribe Vélez, se atreve a aventurar sus opiniones parciales, sesgadas, acomodadas; y, casi siempre maquilladas, de lo que podríamos llamar la atávica tragedia colombiana; esa tragedia consistente en matarnos entre nosotros mismos por estupideces como las que dicen los altos funcionarios públicos creyendo comprender lo que le esta pasando a nuestro exangüe país solo por los comentarios que les hacen sus asesores o por lo que ven en los parcializados medios de comunicación o en videos y fotografías.

(Por cierto, tenía razón el mismo Uribe cuando afirmó ante la OEA que Colombia no es un país belicista con sus vecinos. No necesita serlo, ya que los colombianos practicamos la moral del fratricidio para exorcizar nuestras frustraciones; como heredamos la manía de matarnos entre hermanos, no necesitamos armar camorra más allá de nuestras fronteras.)

Y es que al parecer, a este nefasto (recordemos como manejo su ministerio) y desfasado ex ministro que ahora quiere gobernarnos, también lo cobija impunemente el mismo seudo fuero que a la mencionada funcionaria gringa: el de ser, comparados con otros altos funcionarios y personajes de sus respectivos partidos y gobiernos: unos muchachitos.

Lo anterior no es otra cosa que la constatación de aquello que, apocalípticamente, nos previniera el filósofo italiano Giovanni Sartori hace apenas una década (Sartori, Giovanni. Homo Videns –la sociedad teledirigida- ed. Taurus. Bogotá, 1998): le los nocivos efectos que traería para la vida pública y privada el empobrecimiento de la inteligencia humana al materializarse en la incapacidad de comprender; de concatenar hechos e ideas; de contextualizar temporoespacialmente lo oído sobre esos hechos e ideas; de realizar síntesis dialécticas; y, sobre todo, de poder hacer inteligibles las cosas y los sucesos mucho más allá de las simples apariencias; en otros términos: la mengua de la capacidad de abstraer y conceptualizar que va estando casi del todo ausente en quienes por obligación deberían tenerlas.

Aunque algunos, sobre todo aquellos jóvenes que confían ciegamente la estructuración de su intelecto a los visual, sin leer jamás un libro, se enfadan antes de tener que reconocerlo, lo cierto es que una persona solo puede llegar a ser considerada intelectual o culta (cultivada), en función de lo que sepa; y el saber (diferenciado del simple estar informado) solo se adquiere a través de la lectura.

Pero hoy, el desplazamiento que lo visual a logrado hacer de la escritura los jóvenes “cultos” e “intelectuales” no sólo ya no leen; sino, y esto es lo más preocupante, están convencidos de que no tienen ninguna obligación de hacerlo. Sin percatarse siquiera que del simple acto de ver no ha surgido jamás ciencia alguna; porque la ciencia se basa en explicaciones y argumentaciones formalizadas a través de abstracciones y de conceptualizaciones que solo se aprenden, se comprenden y se dominan leyendo.

El intelectual de antaño, producto de una cultura leída y escrita, esta siendo reemplazado por un “intelectual” para quien, según nos explica Sartori, la palabra ha sido destronada por la imagen y quien confunde, en detrimento de sí mismo y de los demás, el simple acto de ver con el complejo proceso mental de comprender, que como bien sabemos, implica poder tener la capacidad de interpretar, de argumentar y de reproducir lo intelegido (entendido). Para este tipo de seudo intelectuales que poco o nada han aprendido leyendo, pues todo lo que “saben” lo saben por haberlo visto en videos o fotografías (cuando más en cine), lo importante es como se vean o se hagan ver las cosas, no qué tanto se pueda comprender o entender de ellas, a través de ellas o a partir de ellas.

Siguiendo a Giovanni Sartori, pienso que el desconocimiento de la historia colombiana, aunado a la indiferencia generalizada frente a lo que sucede, nunca había sido tan grave como ahora (cada día hay menos filósofos así como cada día hay menos historiadores). Gracias a la modificación y al empobrecimientos que la sobre exaltación de la imagen ha causado a su aparato cognitivo, el ser humano de ahora se a.C. cada vez más incapaz de leer; es decir, de conversar con los textos escritos de otros; de pensar reflexivamente; te contextualizar en el espacio y en el tiempo determinados contenidos; de tomar distanciamientos críticos; esto es, de deducir, de inducir, de inferir, de debatir, de disentir, de concluir, de contrastar, de comparar; operaciones de la mente que solo se desarrollan y se potencializan a través del ejercicio constante de lectura.

Por eso cualquier intento por recuperar nuestra capacidad de comprender nuestra historia, la pasada y la que nos acontece, deberá estar mediado por la ardua y constante tarea de hacer que la gente se interese por leer. Mientras la gente no lea, seguiremos el desconcertante rumbo que suelen trazar quienes lo único que saben de su pasado y de su presente es lo que han visto en un video o en una fotografía.

jueves, 13 de agosto de 2009

PRÒLOGO A: "SOBRE ÈTICA Y OTROS ENSAYOS" DE CAMILO GARCIA

Vigencia, pertinencia y relevancia son los requisitos fundamentales para que la lectura de un libro de ensayos filosóficos y de reflexiones culturales no nos resulte desconsiderada, pesada, tediosa; o cuando menos, infructuosa. Siguiendo la misma línea hermenéutica del sentido humano de la comprensión, la que utilizara en Ensayos Sobre Filosofía y Cultura en el Mundo Contemporáneo (2003), y con el mismo estilo ameno, claro y sencillo de sus Reflexiones Sobre la Violencia (2005) y de su placentero compendio Entre Filosofía y Literatura (2007), Camilo García nos presenta ahora esta nueva antología de sus siempre vigentes, pertinentes y relevantes sondeos filosóficos a la que ha intitulado: Sobre Ética y Otros Ensayos.

Apelando a la profundidad de sus lecturas (diálogos con otros pensadores como lo entendemos quienes lo hemos leído) y al anhelo vehemente de desentrañar de ellas el sentido expreso e implícito que le permita explicar nuestra realidad situada en concreta ubicación, sin ambages ni ergotismos, el autor nos recuerda que si la cultura es algo específico y exclusivamente humano que condiciona de manera determinante lo que la humanidad puede llagar a ser, entonces, la reflexión sobre la dimensión moral de nuestra existencia se presenta como la mejor vía para penetrar la compleja realidad de lo humano que la misma cultura nos ha impuesto como constructo que se devuelve y se repliega en nuestra contra cuando de la confrontación con “los otros” y con “lo otro” se trata. Todo esto desde la perspectiva del fundamento ético, que según Camilo García, es inherente a los estados democráticos modernos de derecho.

Es así como en la primera parte de este libro el carácter ético de la compasión junto con el sufrimiento como razón de ser de la ética, o el recuerdo como una fuente de conciencia moral y el valor moral de las victimas, no sólo resultan reflexiones novedosas sino que también nos brindan una luz sobre cómo resolver, a través del diálogo, el trauma de extrañeza y diferencia que acarrea el encuentro con nuestros semejantes, entendiendo que la misma compasión y el propio sufrimiento, son raíces fundamentales de nuestra conciencia moral que nos impelen a reflexionar sobre la justicia y la igualdad y sus verdaderos significados, y sobre los alcances del mal que el desaforado uso del poder sigue engendrando en el mundo gracias a la nefasta triada histórica de prejuicio-guerra-progreso que tanta desigualdad ha sembrado y sigue sembrando entre los hombres.

En la segunda parte de su libro, nuestro autor nos acerca de nuevo a grandes creadores e interesantes temáticas de la cultura occidental, tal y como lo ha hecho en sus anteriores publicaciones. Temáticas que nos presenta de manera transparente pero profunda y bien fundamentada como la cultura y el tiempo, el cuerpo humano en la modernidad y el humanismo en la pintura; y creadores con los que ha dialogado tratando de dilucidar el sentido último de sus obras para contextualizarlos a nuestro tiempo y espacio: Platón, Baudelaire, Rembrandt y Goya.

Y por último, aterrizando de nuevo en nuestra realidad latinoamericana y colombiana, desarrolla pensamientos tales como el sentido del mestizaje americano, las ideas socialistas en la Colombia del siglo XIX y sobre la combinación de todas las formas de lucha de cuyo anacronismo siguen dando parte movimientos subversivos como las FARC.

Vigentes, pertinentes y relevantes resultan, a todas luces, los textos que contiene este compendio; pero también sumamente interesantes y lúcidos, tanto que leerlos no es otra cosa que enterarse de que en Colombia todavía hay filósofos y que es mucho y muy importante lo que tienen para contarnos.

Juan Leonardo Cardona del Río

Tuluá, Marzo de 2009.

viernes, 7 de agosto de 2009

PRIMER ROCK AL PARQUE TULUA - Julio 19 de 2009

www.jrestrepo.blogspot.com

Todos sabemos que hay espectaculos extrañamente consistentes en que algunas personas se golpean hasta sangrar o hasta quedar noqueadas, es decir, hasta caer al suelo sin conciencia. El boxeo es uno de ellos. Por lo general este evento es presenciado por millares de espectadores y no pasa nada, aunque alguno de los contrincantes pueda resultar muerto...


Aunque algunos no lo acepten, el pogueo o punqueo es un espectaculo similar y lo veremos el próximo domimgo cuando se realice "rock a la plazuela" (o parque como pretendemos verlo). Allí muy seguramente, pasadas las horas, observaremos a los muchachos golpearse entre sì hasta el cansancio (pocas veces se ve sangre en el suceso). Ojalá los más pacatos, mojigatos y fariseos del pueblo; junto con los policias que controlan y cuidan este tipo de eventos, no vayan a poner el grito en el cielo frente a un hecho que no pasa de ser uno de los mejores desfogues que encuentran los jóvenes para expresar su descontento frente al mundo que los hipócritas viejos les estamos ofreciendo.


Ahora bien, ir a fisgoniar este concierto para luego denigrar y escandalizarse de los que lo protagonizan es tan tonto como aterrarse después de ir a ver boxeo. Esto es, a quien no le guste pues que no vaya a verlo...